SINAGOGA DEL TRÁNSITO, TOLEDO

La Sinagoga del Tránsito, o sinagoga de Samuel ha-Leví, en la antigua judería de Toledo a mediados del siglo XIV, es el edificio hispanojudío más importante de España y considerada la más bella sinagoga medieval y mejor conservada en el mundo.

Durante los ss. XII al XV, los judíos de Toledo contribuyeron al progreso general de la ciudad, interviniendo activamente en el comercio, en la vida financiera y en las actividades culturales entre las que destaca el fenómeno conocido como la Escuela de Traductores de Toledo, de cuya época de esplendor, la de los sabios de la corte de Alfonso X en el s. XIII, son los judíos Isaac ben Sid, médico, Judá Mosca Ha-Cohen astrónomo, y Samuel Ha-Leví (oidor de la Audiencia, Diplomático y Tesorero Real en la corte de Pedro I de Castilla), promotor de esta sinagoga entre los años 1355 y 1357, como capilla privada del palacio que, en un gesto de grandilocuencia constructiva, impropia de un hebreo, había ordenado levantar sobre una gran extensión junto al Tajo y cuyos límites llegaban hasta el mismo borde del río. 

Foto de la página: https://www.culturaydeporte.gob.es/msefardi/museo/museoenmonumento.html

La sinagoga, pensada como oratorio del palacio, con el que se comunicaba directamente, es la única estructura que ha sobrevivido del mismo. Al igual que ocurría en Santa María la Blanca, contrasta la austeridad externa con la suntuosidad decorativa del interior, tan ligada al sentimiento de "horror vacui" de los pueblos orientales; es decir, un miedo al vacío que los lleva a tapizar el muro por completo con rica y desbordante decoración.

La gran Sala de Oración del antiguo templo hebreo construida en estilo mudéjar, presenta sencillo diseño en planta salón semejante al de muchas capillas de palacios y castillos cristianos de la época, aunque por la notable elevación de sus muros sobresale sobre aquéllas por su espacio interior de claridad y limpieza de geométrica insuperable.

Destaca su rico artesonado de par y nudillo en madera de alerce, que lleva incrustaciones de marfil y decoración pintada (a pesar de haber perdido parte de su policromía original, todavía son apreciables los colores verde, azul, rojo, anaranjado, blanco y negro, así como algunas inscripciones árabes y hebreas), se nos presenta como uno de los ejemplos más sobresalientes de la carpintería hispana de la Edad Media.

Esta gran sala está ornamentada con arquillos que permiten la entrada de luz exterior y yeserías de estilo mudéjar labradas con excepcional primor decoradas con motivos vegetales, geométricos y epigráficos, además de motivos heráldicos de la corona de Castilla, bajo textos (enlace al análisis) en cartelas corridas a lo largo del friso que exaltan las figuras del rey Pedro; de Samuel Leví, a quien se describe como un hombre de pelea y de paz, gran constructor, y de su arquitecto, el rabí don Mayr, intercalado entre salmos davídicos y alabanzas a Yahveh, en agradecimiento por la protección recibida. El académico Cecil Roth dice de las inscripciones que, son las más hermosas inscripciones judías de la Edad Media”.

Al recibir la antigua sinagoga, los caballeros calatravos mantuvieron el edificio durante algún tiempo en su estado original, haciendo únicamente unas pequeñas modificaciones para su utilización. En la parte principal de la sala de oración, el frontal orientada al este, a la ciudad de Jerusalén, y donde se sitúa el Hejal (armario o Arca Sagrada, para guardar los rollos de la Ley), se superpuso un altar para el rito católico.

Imagen extraída de: httpsesefarad.comhistoria-breve-de-la-sinagoga-del-transito-y-el-museo-sefardi-parte-3

La más sobresaliente es, sin duda, la pequeña puerta de acceso a la sacristía, ornamentada con formas típicas del Renacimiento y de estilo plateresco. Dos pilastras sostienen un ancho friso en cuyos extremos se hallan sendos escudos. Por encima, un frontispicio curvo situado entre dos candelabros cobija las armas de los Guzmanes. La decoración de yeso realizada a molde, recubre todo el espacio como es característico de este estilo. La inscripción que corre por encima del vano nos indica quien fue su autor Xtroval de Palacio me fecit (Cristóbal de Palacio me hizo). Al lado de la puerta se encuentra un arcosolio que cobija un altar. En su interior una pintura de Gonzalo Peralvo, que nos enseñan la transformación que experimentó la Sinagoga en la época en que fue iglesia cristiana. La estructura sigue siendo muy sencilla y la ornamentación está realizada, al igual que en el vano anterior, con yeso a molde. Un escudo ovalado es sujetado por dos tenantes, cuyos cuerpos se convierten en su mitad inferior en elementos vegetales, y que nos indican una fecha de construcción muy cercana a la de la puerta contigua (siglo XVI).

En el muro sur aún podemos observar los huecos destinados a alojar las vigas de madera de la tribuna reservada a las mujeres, desde donde asistían, ocultas y separadas de los hombres por celosías, a los actos de la liturgia.

En la restauración realizada en 1911, al levantar el altar, quedó al descubierto lo que quedaba del pavimento primitivo del templo hebreo.

La historia empieza en 1492. Con la expulsión de los judíos, los Reyes Católicos otorgaron a la Orden de Calatrava esta sinagoga a cambio del Alcázar y otras posesiones de la Orden, convirtiéndola en iglesia, hospital y asilo hasta el siglo XVI, que se quedó exclusivamente como iglesia. En 1494, el edificio pasó a formar parte del Priorato de San Benito. En el siglo XVII la iglesia de San Benito pasó a ser conocida vulgarmente como del Tránsito debido al encargo que un caballero calatravo, don Francisco de Rojas, realizó al pintor de la escuela toledana Juan Correa de Vivar, de un cuadro del Tránsito de Nuestra Señora, hoy depositado en el Museo Nacional del Prado. Por ello, hoy la conocemos como Sinagoga del Tránsito. 

Foto recojida de:httpses.wikipedia.orgwikiSinagoga_del_Tr%C3%A1nsito#mediaArchivoRetablo_del_transito.jpg

En el siglo XVIII se convierte en ermita, debido a la decadencia de las órdenes militares, hasta la Desamortización. Declarada el 1 de mayo de 1877 Monumento Nacional, se toman medidas para paliar el mal estado del edificio y se llevan a cabo las primeras restauraciones. En 1910, se confía la antigua sinagoga al Patronato del Museo del Greco regido por el Marqués de la Vega Inclán, que procede a su restauración según los criterios de la época. En 1905 el Marqués compró unas casas arruinadas cercanas a la Sinagoga, con la intención de recuperar un ámbito característico del Toledo del siglo XVI y convertirlo en una recreación de lo que pudo haber sido la casa del Greco. Lo que en realidad adquirió Vega-Inclán, fueron las llamadas casas de la duquesa de Arjona, muy cercanas al antiguo solar propiedad del marqués de Villena donde había vivido en realidad el Greco

Esta custodia de la Fundación Vega-Inclán, se mantuvo desde 1910 a 1968 ejecutándose en los años 60 la última restauración, antes de su inauguración como Museo, en la que se hizo desaparecer la antigua sillería coral colocada en la época del Marqués, así como las lápidas de los caballeros calatravos (se instalaron en el Jardín de la Memoria), se repararon yeserías, solados, carpintería y se añadió a las paredes la actual tapicería de seda donada por la familia Pinto, y que imita tejidos del Monasterio de las Huelgas en Burgos. En 1969 la Sinagoga del Tránsito se desvinculaba de las Fundaciones Vega-Inclán, comenzando su trayectoria como centro independiente.

El 13 de junio de 1971 el MUSEO SEFARDÍ abrió sus puertas al público. Sus salas ocupan los espacios del antiguo archivo de las órdenes militares de Calatrava y de Alcántara. Desde entonces, la museografía ha ido evolucionando a través de las diversas reformas. La última fase, llevada a cabo entre 2011-2015, comprende la adaptación de la exposición permanente a personas con discapacidad, visual y auditiva, así como el proceso de saneamiento y adecuación de los paramentos de la Gran Sala de Oración.

El propósito de la exposición es dar a conocer la historia de los judíos en España, su llegada a la Península Ibérica en época romana; su Edad de Oro cultural durante la Edad Media; su expulsión por los Reyes Católicos en 1492, originándose la rama judía sefardí; así como el fenómeno de la conversión y su persecución por la Inquisición.

Armario con escudo de la inquisición.

La colección del museo Sefardí está integrada por 2.522 objetos, pertenecientes a las categorías de Arqueología, Etnología, Antropología y Arte. Así podemos ver piezas como las vestimentas de los desposados sefardís. Este atuendo se lo pone la novia en la llamada "ceremonia de paños".

Gombaiz, vestimenta nupcial

Una vasera del siglo XVI, pieza de formato cuadrado ejecutada en cerámica; presenta una superficie lisa y blanca sobre la que se disponen cinco receptáculos circulares, cuatro en los ángulos y otro de mayor tamaño en el centro. En este último se incluye en azul el escudo de la Inquisición, compuesto por una cruz flanqueada por una espada, alusiva al trato que recibían aquellos considerados herejes, y una rama de laurel como símbolo de reconciliación con los arrepentidos. La composición culmina con una inscripción de igual tonalidad que el escudo situada en los bordes de dicho cuadrado: EL CANONIGO/ Pº SAN/ CHEZ/ DELVNAR, siendo su transcripción EL CANÓNIGO PEDRO SÁNCHEZ DEL LUNAR, tratándose posiblemente del propietario de la pieza. Respecto a su función decir que tanto ésta como el resto de vaseras eran utilizadas a modo de bandeja para posar la jarra junto a los vasos, cada uno, en el receptáculo correspondiente. Esta pieza procede de Talavera de la Reina.

Azulejo.

Torá con corona, pectoral y remates ornamentales. 

La mezuzah, cajitas con pasajes bíblicos que se colocaban en las puertas de las casas y en ocasiones a la entrada del dormitorio. Estuche de plata repujada; que en la parte superior lleva un colgante del que prende una pequeña campana. Este colgante lleva grabada dos palabras que son las mismas con las que comienza el manuscrito en su interior; está también ataviada con cabujones, uno verde claro en la tapa y otro verde oscuro, tal vez un ágata en la parte inferior del receptáculo. Lleva en la parte posterior una anilla a fin de poder ser fijada al muro. 

Como curiosidad, el logo del Museo Sefardí ha sido extraído de una de sus piezas: la Pileta Trilingüe.

 De forma rectangular, lleva una triple inscripción en hebreo: ´Paz sobre Israel y sobre nosotros y sobre nuestros hijos´; latín: ´Paz´ y en griego, que es ilegible. Adornada con símbolos utilizados en la iconografía de la época, siglo V: dos pavos reales, un sófar o cuerno penitencial, algunos ven también una serpiente, el árbol de la vida y un candelabro de siete brazos o menorá. Su finalidad ha sido interpretada de muy distintas formas. Para unos, es una pileta de lavatorios sinagogales, otros la consideran un sarcófago infantil u osario. Ha sido empleada, posteriormente, como lavabo y ello nos lo indica el agujero de desagüe que posee.

Entre las fuentes con las que se cuenta para investigar la presencia judía en la península, están piezas como este ladrillo funerario probablemente perteneciente al taller de Acinipo, entre los siglos IV y V d.C. Está realizado a molde y decorado con un arco de medio punto sobre columnas en las que se inscribe una venera y un candelabro de siete brazos o «Menorah», palmas y la palabra «Mixal», en latín.

Pequeño resumen de todo cuanto allí se encuentra custodiado y que sin duda no debemos de perdernos.


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