CATEDRAL DE SIGÜENZA

 

Las obras de esta catedral, dieron comienzo en el siglo XII, año 1124, a instancias del primer obispo y señor de Sigüenza D. Bernardo de Agén, después de la Reconquista y en tiempos del reinado de Doña Urraca, hija de Alfonso VI de León. Se prosiguieron las obras a través de la Baja Edad Media, quedando completo el edificio en el siglo XV y, procediéndose, a continuación a la erección de otras dependencias (sacristías, girola, etc.) y toda la ornamentación, altares, etc.

Dedicada a Santa María la Mayor, patrona de la ciudad, su estilo fundamental es el de la época de transición del románico-gótico de influencia aquitano-borgoñona. En su exterior, es un ejemplar de templo-fortaleza hecha para orar y, en caso preciso, para guerrear, así, fue nombrada como la fortis seguntina.

Iniciamos el recorrido, accesible a personas con movilidad reducida, en la fachada occidental, que semeja más la entrada de un castillo que de un templo. 

En el hastial, dividido por dos recios contrafuertes que apuntalan sólidamente los muros y prestan al conjunto una nota brava y belicosa, formando tres cuerpos que corresponden a las tres naves del templo catedralicio, se abren en cada una de éstos su respectiva puerta. Todas ellas son de estilo románico del siglo XII. 

La central, más abocinada y alta, carece de ornamentación en sus archivoltas. Se llama de los Perdones, porque, según la tradición, el día de San Ildefonso se logran indulgencias entrando por ella.

Coronando la puerta principal hay un medallón en bajorrelieve barroco, representando la aparición de la Santísima Virgen a San Ildefonso y la imposición de la casulla con sus propias manos.

Sobre éste hay un atrevido rosetón que ilumina la nave mayor, obra del siglo XIII y formado por 12 radios de complicada tracería, símbolo de los apóstoles.

Las puertas laterales ofrecen magnífica decoración. 

La puerta mejor conservada es la del lado del evangelio, donde se pueden apreciar ornamentaciones en sus arquivoltas, la mayoría vegetales con grandes hojas y entrelazados ovoides así como bandas jaqueadas sostenidas sobre columnas con capitales también tallados. 

A ambos lados de la fachada principal, se elevan las dos torres de piedra arenisca, la derecha se llama de «Las Campanas»  y conserva los escudos del obispo obispo Pedro Gómez Barroso y del rey Pedro I colocados sobre el muro del cuarto piso.​ La torre de la izquierda, llamada de «Don Fadrique» tiene inscrita la fecha de 1533 y el blasón del obispo Fadrique.

En la fachada sur se puede observar los vitrales ojivales góticos de la nave central, separados por contrafuertes, con los aleros, apoyados sobre canecillos, con formas de animales, alternando con metopas decoradas con motivos vegetales.

Los ventanales de la nave lateral (inferior) muestran la transición románico-ojival, con aleros y cornisa de arquillos ciegos.

Allí se abre la Puerta del Mercado, antiguamente de «La Cadena» porque allí se situaba el tribunal del provisor o alcalde, y una cadena separaba el tribunal del auditorio. De estilo románico (siglo XII); esta puerta está cubierta por un pórtico cerrado de estilo Neoclásico construido en 1797 por el arquitecto Bernasconi y por encargo del obispo Juan Díaz de la Guerra.

Sobresale junto a ella la llamada Torre del Gallo, de comienzos del siglo XIV y en sus orígenes fue atalaya militar, para trasmitir señales que se pudieran ver desde el castillo de Sigüenza.

Sobre la portada, un rosetón románico de transición, del siglo XIII, con un diseño de la tracería muy original. ​

La fachada norte es análoga a la del lado opuesto, con un rosetón diferente y podemos observarla desde el claustro.

La catedral, se compone, actualmente, de una grandiosa planta de cruz latina, con tres naves, amplio transepto y cabecera con un gran ábside, que contiene la capilla mayor, rodeada por la girola o deambulatorio.

Los ventanales mantienen íntegros su forma románica en las naves laterales, y gótica, en la central.

La cubierta y la linterna del transepto, bombardeadas en 1936, han sido reconstruidas con altas bóvedas góticas que apoyan en gruesos pilares fasciculados y cilíndricos.

En el brazo izquierdo del transepto, que cae sobre el altar de Santa Librada, hay que admirar un rosetón precioso por la valentía de su ejecución.

En el suelo de las naves de la catedral hay muchas laudas sepulcrales, ya desgastadas, que recuerdan, en borrosas leyendas, los nombres y los méritos de mitrados, canónigos y caballeros.

Entre las muchas capillas laterales, altares, coro, presbiterio, etc., que guarda esta catedral figuran obras señeras del arte español.

Entrando por la fachada principal, lo primero que sorprende del templo es el conjunto monumental de estilo barroco del trascoro. Una composición de jaspe negro de Calatorao, blanco de Fuentes de Jiloca y rojo, de Cehejín, con caprichosas columnas salomónicas, obra del siglo XVII con excesiva decoración barroca. 

Este suntuoso retablo marmóreo contiene el altar de la Virgen de Santa María la Mayor, patrona de la ciudad.

La imagen, cuyo origen parece remontarse a los primeros días de la restauración de la catedral y que por lo tanto pertenece al siglo XII, fue la titular de la iglesia, siendo sustituida en el retablo mayor por el Misterio de la Asunción. Es de madera de ciprés policromada, lleva sobre la rodilla izquierda a su hijo Jesús y en su mano derecha sostiene una flor de lis. Esta efigie era de campaña (socia belli), es decir: compañera de batalla del obispo D. Bernardo de Agén. Tiene una concavidad con las portezuelas al dorso donde se llevaban reliquias y formas consagradas.

Nos dirigimos ahora por la nave la epístola, en donde vemos el sepulcro de Pedro García de la Cornudilla de 1462, hacia el amplio transepto.

Aquí, entre la puerta del Mercado y la famosa capilla del Doncel, veremos el Retablo gótico de San Juan y Santa Catalina, que proviene de la sacristía de la mencionada capilla. Se compone de varias de las tablas realizadas hacia 1440, encargado por la familia de la Cerda. Las tablas están pintadas en un estilo gótico italianizante y en la tabla central se representa la Crucifixión mientras en las otras son escenas de la vida de san Juan y de santa Catalina, se conserva también la predela donde se observan diversas imágenes pintadas de los profetas. La obra parece ser de Juan de Sevilla, aunque algunas tablas (la del Calvario y las de los Apóstoles), son de Pedro Andrade. Los escudos que aparecen en la parte superior de algunas tablas pertenecen a la familia de los Arce (que con la debida autorización recubrieron los escudos de armas iniciales, de la familia de la Cerda). De este mismo retablo se encuentran diversas tablas guardadas en el Museo del Prado (ver en el enlace). ​

A la izquierda se abre la puerta de la Torre del Gallo, donde un crismón en el tímpano da fe, que con el cuarto obispo Joscelmo (1168-1177), al llegar la construcción al crucero y a su nave transversal, quedó abierta la catedral al culto el 19 de junio de 1169.

Ahora levantaremos la vista para fijarnos en el conjunto escultórico de la trompa que se sitúa en este ángulo de brazo sur del transepto y que, debido a su considerable altura, muy pocos la descubren y menos aún aciertan a identificar su iconografía (ver en el enlace).

Nos fijamos ahora en la Capilla del Doncel (de los Arce) o de S. Juan y Sta. Catalina, y que antiguamente formaba parte de una de las capillas absidiales de la catedral románica, la dedicada a santo Tomás de Canterbury. La entrada a la capilla se realiza a través de una reja ejecutada por Juan Francés entre 1526 a 1532. La portada es de estilo plateresco y la construyó Francisco de Baeza por orden del obispo de Canarias Fernando de Arce, hermano del Doncel, quien a la par que honró a los suyos dio palpable muestra de su buen gusto y enriqueció a la catedral con obras de muy subido valor artístico. 


La portada se remata en un frontón de bella composición con la Adoración de los tres Reyes Magos.

El interior es obra de los siglos XIV-XV. En ella se encierran los enterramientos de varios miembros de la familia noble Vázquez de Arce, que a cambio del privilegio que le otorgó el Cabildo en 1491 pactó con él, «adornarla, y dotarla y poner en ella el culto con la mayor decencia».

En las jambas del arco artesonado se abren dos grandes hornacinas, que contienen las urnas de Martín Vázquez de Sosa y Sancha Vázquez (abuelos del Doncel). La efigie del caballero D. Martín viste un hábito sobre la cota de malla y sostiene entre las manos el largo montante. 

La de su esposa, Sancha Vázquez, yace como dormida.

En el centro del panteón se levanta un soberbio mausoleo de estilo renacimiento, que guarda las cenizas de Fernando de Arce y Catalina de Sosa, padres del Doncel, sostenido por leones y con estatuas yacentes de ambos, la cabeza de ella sobre un cojín, la de él sobre laureles, indicando que murió guerreando.

Pero la obra maestra de esta capilla y quizás de la catedral, es el famosísimo mausoleo del Doncel (siglo XV), en gótico flamígero y "una de las estatuas más bellas de España" según Ortega y Gasset. Se ignora por completo quien fuera el autor de tal maravilla escultórica, una de las obras maestras de la escultura funeraria, que por sí sola da fama a la catedral y a Sigüenza, conocida como la «ciudad del Doncel».

No es posible entrar en la catedral sin visitar esta joya de la escultura universal, mundialmente conocida, siendo la obra que más atrae de este templo catedralicio. El más ostentoso enterramiento existente en la catedral es esta maravillosa estatua del joven e ilustre comendador D. Martín Vázquez de Arce, muerto gloriosamente en la guerra de Granada cuando sólo contaba veinticinco años de edad, reclinado sobre su sepulcro. 

Tiene cinceladas labores en sus pilastras, en sus arcos y pinturas de la Pasión de Cristo, de estilo seco y expresivo que se han atribuido a Antonio de Contreras.

Por encima del cuerpo del guerrero se lee en la pared un epitafio cincelado en caracteres góticos cuya inscripción funeraria reza así: «Aquí yace Martín Vázquez de Arce, caballero de la orden de Santiago, que mataron los moros, socorriendo al muy ilustre señor duque del lnfantado, su señor, a cierta gente de Jaén, a la Acequia Gorda, en la vega de Granada. Cobró en la hora su cuerpo Fernando de Arce, su padre, y sepultólo en esta Capilla año 1486. Este año tomaron la ciudad de Lora, las villas de Illora, Moclín y Montefrío por cercos en que padre e hijo se hallaron».

Murió don Martín en el mes de octubre de 1486. Pudo don Fernando de Arce recoger el último suspiro de su hijo, y cuenta el anónimo narrador que el moribundo, llorando al comprender su cercano fin y al recordar los deseos de su madre, dijo al caballero, su padre: «Rogad a mi hermano don Fernando que se mire en mi ejemplo y trate de complacer a nuestra madre dándose al estudio, ya que no lo hice yo. Y porque el haberme alejado de los libros me trajo tan prematuramente a rendir tributo a la muerte, quiero yacer en efigie sobre mi sepultura, teniendo a perpetuidad un libro entre las manos, para que se consideren desagraviados aquellos a quienes agravié contrariando en vida su gusto y consejos…». Cumplieron el hermano y el padre la última voluntad haciendo erigir este monumento.

Las elegantes labores del gótico flamígero que se observan en este enterramiento lo hacen muy apreciable entre los monumentos funerarios de su género; pero su mayor importancia estriba en la bellísima estatua alabastrina del caballero que, armado de espada y puñal, vistiendo la cota de guerrero y adornado el pecho con la roja cruz de la milicia Santiaguista, aparece recostado sobre su lecho de muerte, con las piernas cruzadas, el busto erguido y el brazo derecho apoyado sobre un haz de laurel, con grave y tranquila actitud, abismado en la lectura y meditación acerca de alguna oración del libro de horas que tiene abierto entre sus manos, fascinando con esta pose de guerrero reviviente, que deja la espada para obtener más eternas victorias. A los pies un leoncillo simboliza la inmortalidad. El alabastro blanco y bruñido transparenta las venas que azulean ligeramente, dando la sensación de que, pasada la lectura, el caballero dejará su lecho para proseguir la historia de sus gestas heroicas. 

En el frente del sepulcro dos pajes sujetan el escudo de armas.

En la misma capilla, no muy lejos del Doncel, duerme su sueño de piedra su hermano Fernando de Arce, obispo de Canarias y consejero de Fernando el Católico, solemne en sus ornamentos pontificales, profusamente decorados.

Salimos de la capilla hacia la nave central donde admiraremos la reja renacentista del coro y enfrente, la hermosa reja plateresca de hierro forjado de la capilla mayor.

Esta capilla era el ábside mayor de la construcción románica, tiene una cubierta de bóveda dividida en nueve partes, con siete ventanales de arcos apuntados.

En su interior de la Capilla Mayor, en ambos lados, se encuentran situados diversos sepulcros. En el muro derecho de la Epístola, sobre la puerta que da a la girola, hay el enterramiento gótico-borgoñón, del obispo Alonso Carrillo de Albornoz, cardenal de San Eustaquio. Los sepulcros contiguos de la parte baja, a la derecha, cobijan sendas estatuas yacentes de sus sobrinos: doña María de Castilla (+ 1448) y de su esposo, don Gómez Carrillo de Albornoz (+ 1441), obras verdaderamente maestras, que justifican la existencia de un taller de escultura en piedra en torno a la casa de Mendoza.

En el lado del evangelio, entre otros, se encuentra el sepulcro del obispo Pedro de Leucate, primer constructor de la catedral, aunque la imagen yacente fue realizada, más tarde, por orden del cardenal Mendoza, con vestido pontifical, mitra y báculo pastoral, por lo tanto con vestiduras posteriores a su defunción.​

El retablo fue un encargo del obispo franciscano fray Mateo de Burgos realizado por Giraldo de Merlo, entre 1609 y 1613 en estilo manierista y la policromía fue realizada por los pintores Diego de Baeza y Mateo Paredes.  En el tercer cuerpo en la parte central se encuentra un Calvario: Cristo en la cruz con María y san Juan Bautista y a sus lados los relieves del Pentecostés y la Ascensión de Cristo con dos figuras exentas de santos en cada extremo. 

El coronamiento final del retablo se realizó con un gran escudo del obispo comitente sostenido por dos ángeles y dos representaciones de las virtudes. ​

A nuestras espaldas se sitúa el Coro, por iniciativa del cardenal Pedro González de Mendoza (1467-1495), substituyendo al anterior realizado en alabastro y que estaba colocado primero en la capilla mayor y más tarde había estado trasladado a la nave central. Está compuesto por ochenta y cuatro asientos, situados en dos filas, la segunda más elevada, la sillería es de nogal, con los respaldos, con ornamentación de estilo gótico de celosías que no se repiten y escudos de armas obispales; sobre los asientos de la sillería alta, hay un dosel corrido, en gótico florido. 

​En el centro de esta sillería se encuentra la silla episcopal de respaldo tallado con dos imágenes y el escudo del cardenal Mendoza.

Coronando la sillería superior y sobre el dosel corrido, se extienden dos tribunas, con una balaustrada plateresca y escudos del cabildo catedralicio y del obispo comitente Fadrique de Portugal. En ellas se encuentra el órgano churrigueresco dedicado a San Pascual, construido por El Taller de Organería Acitores, de Torquemada (Palencia). El órgano de San Pascual de la catedral seguntina consta de dos teclados manuales de 56 notas y teclado pedalero de 30 notas, transmisión mecánica de notas y registros, 3 acoplamientos y un trémolo. Tiene 1.390 tubos distribuidos en 30 registros. El nuevo órgano viene a sustituir al destruido durante la Guerra Civil.

Antes de abandonar este espacio de la nave central, debemos admirar los dos púlpitos. Plateresco el lado del Evangelio y construido por el artista Martín de Vandoma el año 1572.  Muestra escenas de la Pasión de Cristo.

 El del lado de la Epístola, realizado en mármol blanco, es de estilo gótico, que encargó y donó el cardenal Mendoza. Presenta en sus relieves temas alusivos al cardenal-obispo; fue realizado por Rodrigo Alemán en 1495-1496.

Ahora recorremos la Girola o deambulatorio, añadida a la catedral a finales del S XVI, sustituyendo a las cinco capillas absidiales, románicas, que hubo en origen.

A esta se abre la Capilla del Cristo de la Misericordia, que fue el antiguo sagrario o Sacristía Mayor.

Le siguen cinco altares y después de estos, la Sacristía Mayor, o de Las Cabezas.

Su acceso se hace a través de una portada de piedra en estilo plateresco realizada en 1573 por el maestro de obras de la catedral Juan Sánchez del Pozo, presenta dentro de unas hornacinas diversas imágenes de apóstoles y las puertas son de madera de nogal talladas por Martín de Vandoma con catorce relieves de santas mártires. Es una obra de las más importantes del Renacimiento español. Su diseño se debe a Alonso de Covarrubias, y su ejecución a diversos maestros: Francisco de Baeza, que se documenta su intervención como aparejador; Nicolás de Durango (1535); el maestro seguntino Martín de Vandoma (1554), etc., entre ellos.

El interior de la capilla es de planta rectangular, con arcos de medio punto adosados a sus muros, donde está colocado el mobiliario propio de sacristía, desde estos arcos hay una cornisa donde se inicia la bóveda de medio cañón, completamente cubierta con casetones, en los que están esculpidas 304 cabezas grandes y cerca de 2.000 pequeñas, representando toda clase de personajes de la época, desde obispos a monjes, de guerreros a reyes, de campesinos a nobles.

En los ángulos de los cuadrantes donde están los relieves de las cabezas hay otras más pequeñas de querubines y otros cuadrantes, alternándose con los anteriores, con rosas, que componen un conjunto iconográfico y ornamental único en España.

El mobiliario de cajonería de madera de nogal, fue realizada por Martín de Vandoma con adornos platerescos, y una mesa, también de nogal, que es del siglo XVIII y cuyo tablero es de una sola pieza.

Desde la Sacristía anterior, se accede a la capilla de las Reliquias y del Espíritu Santo por medio de una portada muy ornamentada y una reja plateresca de hierro forjado, posiblemente la mejor reja de toda la Catedral. La ornamentación de la capilla es plateresca, teniendo en los muros, en lo alto una faja plateresca en la que hay una Anunciación: curiosamente, la Virgen y el Ángel están en muros opuestos, pero relacionados por la postura que tienen. Más arriba, los muros culminan con una cúpula semiesférica sobre pechinas, que soportan una linterna majestuosa, con Dios Padre. La obra es de Martín de Vandoma.

Sobre el altar, bustos de santos que contenían reliquias y, entre otras, una talla en ciprés del obispo S.Martín de Finojosa. Hay también trípticos de valor.

Saliendo de nuevo a la girola nos topamos con el Sepulcro D. Bernardo de Agén, con estatua yacente de mármol blanco de estilo gótico, esculpida por Martín de Lande en 1449. Este fue el líder militar de la reconquista de Sigüenza a los musulmanes y primer obispo de su diócesis, e inició la construcción de esta Catedral.

Ya en el brazo norte del crucero veremos las mejores obras del plateresco (S. XVI), ejecutadas por mandato del obispo Don Fadrique bajo el diseño de Alonso de Covarrubias y realizadas por Francisco de Baeza.

Las componen: El mausoleo de Fadrique de Portugal, hijo de los condes de Faro, descendientes de la casa real portuguesa. La ejecución del retablo la llevó a cabo Francisco de Baeza y sus colaboradores Sebastián de Almonacid y Juan de Talavera, finalizando el proyecto para el año 1539, fecha del fallecimiento del obispo en Barcelona, desde donde fue trasladado y enterrado en este lugar. Consta el retablo de tres cuerpos más banco y ático con tres calles. 

En el banco se encuentra una cartela que alude al obispo y varios adornos de grotescos y motivos vegetales, en el primer cuerpo en la parte central se encuentra un gran escudo con las armas del obispo y dos hornacinas en ambos lados con las imágenes de san Andrés y san Francisco.

El segundo cuerpo dentro de una hornacina está la imagen del obispo Fadrique arrodillado en compañía de dos clérigos, con otras dos imágenes en las calles laterales también dentro de hornacinas de san Pedro y san Pablo.

Sobre este cuerpo hay un relieve de una Piedad y en ambos lados los escudos del mecenas y para terminar en el ático un Calvario policromado. ​

Junto a esta maravillosa obra se encuentra la no menos extraordinaria del Altar - Retablo de Santa Librada, donde se aprecia la perfecta conjunción entre arquitectura, escultura y pintura que es propia del arte del renacimiento-plateresco. Labrado en piedra caliza, consta de tres cuerpos, destacando en el centro del primero, una profunda hornacina con el altar de la Santa. El retablo de este altar es manierista-rafaelesco con seis tablas de Juan Soreda realizadas entre 1525 y 1528, cinco de ellas con escenas de la vida de la santa. En el friso de la tabla central, debajo de la crucifixión, hay escenas mitológicas como los trabajos de Hércules. 

En el centro del segundo cuerpo, se guarda el cuerpo de la Santa y otras reliquias, en una urna de piedra y dentro, igualmente, de una hornacina cerrada con reja gótico-plateresca de Juan Francés. Las reliquias de la mártir las trajo a Sigüenza el obispo Bernardo de Agén, desde Aquitania. En estos dos primeros cuerpos del retablo, a ambos lados del hueco central, hay pequeñas hornacinas con las estatuas de las hermanas de Sta. Librada, y más hacia afuera grandes escudos de armas de Don Fadrique (en el cuerpo de abajo) y escenas de la Anunciación, en el cuerpo de arriba. El tercer cuerpo del retablo es más reducido que los dos anteriores y forma un frontón con un relieve de la Asunción en el tímpano.

Sin apenas separación con el altar-retablo, se abre la Puerta del Pórfido de comienzos del siglo XVI, su decoración es también de estilo plateresco. Da paso al claustro, donde en esa parte se halla la Puerta de Jaspe de 1507; la parte renacentista más antigua de la catedral y que luego veremos.

A la izquierda vemos la portada plateresca de la Sacristía Moderna o de Sta. Librada, obra de Francisco de Baeza, con pilastras planas sobre pedestales con las jambas y el dintel llenos de adornos vegetales tallados. Tiene un gran friso y frontón triangular con las armas de D. Fadrique de Portugal.

Avanzamos ahora por la nave del evangelio hasta toparnos con el Sepulcro doble de D. Juan González Monjua y D. Antón González, que algunos autores atribuyen a dos hermanos, ​ pero que, de hecho, eran tío y sobrino. Llama la atención la forma en la que están colocadas las figuras de ambos, la que representa a Juan González Monjua está situada sobre el sarcófago y formando un ángulo contra el muro, se encuentra la de su sobrino Antón González, los dos tienen unas vestiduras muy similares y cubren sus cabezas con bonetes. En el frontal del sepulcro hay grabado un escudo en el centro, sostenido por dos ángeles, con la inscripción: AQUÍ ESTAN SEPULTADOS LOS REVER. SRES. D. ANTON GONZALEZ E D. JUAN GONZALEZ MAESTRESCUELAS. Juan González Monjua ocupó el cargo de embajador de Juan II de Castilla delante de Alfonso el Magnánimo, en los conflictos que tuvo este monarca con el reino de Castilla durante la «Guerra de los Infantes de Aragón», mientras, su sobrino Antón González fundó una institución, dedicada a ayudar a los pobres, llamada el «Arca de Misericórdia».​

Le sigue a este la Capilla de San Marcos, cuya fachada muestra una gran decoración gótico plateresca. El comitente de esta capilla fue Juan Ruiz de Pelegrina que tiene su sepultura en el interior de la capilla. Hay un retablo con seis tablas de pintura del siglo XVI de Francisco del Rincón. ​

A continuación se abre la Capilla de la Anunciación o de la Purísima, fundada en 1515 por el provisor Fernando Montemayor, su magnífica portada está decorada al «estilo Cisneros»,​ consta de una parte baja de pilastras platerescas donde se encuentran pequeñas hornacinas que alojan las imágenes de san Miguel y Santiago. 

En el arco la ornamentación se compone de elementos mudéjares geométricos de líneas entrecruzadas, formando figuras de lacería estrellada y poligonal entre los que se encuentran escudos del fundador de la capilla y en el friso que le sigue también de lacería se encuentra el escudo del cabildo catedralicio con una escena de La Anunciación bajo arquillos góticos, rematado por una cornisa, muy decorada de tipo árabe, con una figura de león, en cada extremo, el coronamiento de la portada lo constituye unos arcos en estilo gótico con la representación de un Calvario en el punto central. La reja es gótica, de Juan Francés, con barrotes retorcidos y temas ornamentales renacentistas.

El interior de la capilla está cubierta con una bóveda gótica y en su muro izquierdo se encuentra el sepulcro de Fernando Montemayor, realizado en estilo plateresco y policromado, está el sepulcro con la estatua yacente dentro de un arcosolio de medio punto, al fondo del cual se encuentra un relieve también policromado con el Padre Eterno en el centro y a sus lados dos ángeles en oración. Sobre la sepultura, en el interior del arco se pueden observar unos libros labrados. Esta obra es del mismo escultor que realizó el mausoleo del hermano del Doncel, el obispo de Canarias.

En el muro de enfrente, el sepulcro de D. Eustaquio Nieto y Martín, el obispo que murió en la guerra civil española.

Tras esta, la Puerta de San Valero, donde se una mezcla de estilos como en las pilastras renacentistas, arabescos mudéjares y arcos de estilo gótico, aunque es de principios del siglo XVI, fue construida por Domingo Hergueta. Encima del arco, hay una hornacina con doble orla plateresca (hoy con una imagen de la Virgen) y a ambos lados los escudos del Cabildo (jarrón de azucenas) y del obispo López de Carvajal (1495-1511) (pues se construyó bajo su prelatura). Esta puerta da entrada al Claustro-Museo, donde se halla la capilla de san Valero, la más antigua de la catedral, con planta románica y verja gótica.​

El claustro se encuentra adosado al muro norte en la parte central del edificio de la catedral, tiene planta cuadrangular con una medida de cuarenta metros por lado, estas galerías tienen cada una de ellas siete grandes ventanales ojivales con calados góticos; todas estas arcadas se encuentran protegidas por rejas de la misma época. Las cuatro galerías del claustro son conocidas con diferentes nombres, la del norte como «Panda de San Sebastián» o «de la bodega»; la de poniente como «Panda del Palacio»; la del este como «Panda de los Caballeros» o «del Cabildo» y la del sur como «Panda de Santa Magdalena».

Es de estilo gótico tardío, con elementos renacentistas, sustituyó al anterior románico. Las bóvedas de las galerías son de crucería sexpartita con las claves en policromía representando los escudos del cabildo catedralicio y del obispo López de Carvajal.

Dos preciosas puertas de arcos semicirculares y decoración plateresca, cerradas por rejas del mismo estilo, dan acceso al jardín central.

En el centro del mismo, aparece un elegante y bellísimo brocal renacentista del magnífico aljibe de piedra sillería, que sirvió antiguamente para surtir de agua potable a los capitulares, beneficiados y muchos vecinos de la ciudad.

En sus muros laterales se abren numerosas capillas de subido mérito, como la capilla de la Concepción.

La construcción de esta capilla se realizó bajo el encargo del obispo Diego Serrano el año 1509 para sepultura suya y de su familia y es el centro de la capilla donde tuvo su sepulcro el obispo, el que se debió de retirar y perder en el siglo XVII. Hay escudos del obispo colocados cerca del arco de la entrada con una inscripción que dice: «Fallesció el protonotario D. Diego Serrano, Abad de Santa Coloma, fundador de esta capilla, a catorce días del mes de marzo de 1522 años. Laus deo

Allí destaca una Anunciación (siglo XVII), obra del pincel de aquel Doménikos Theotokópoulos, que fue llamado «el Greco».



La bóveda es de crucería gótico - mudéjar con nervaduras y la decoración de las claves está realizada con policromía.

Sobre los muros quedan restos de antiguas pinturas murales, simulando grandes arcadas con ventanales a través de los cuales se aprecian paisajes de jardines y ciudades realizadas por el pintor Francisco Peregrina. ​


Otra meritoria es la sala capitular de verano, antigua capilla de Nuestra Señora de la Paz y museo diocesano, que está decorada con una magnífica colección de tapices flamencos. Los tapices se encargaron a los talleres de Jean Le Clerc y a los de Daniel Eggermans ambos de Bruselas y se concluyeron el año 1668. Forman parte del tesoro catedralicio y constan de dos series: ocho de ellos representan escenas sobre la Historia de Rómulo y Remo. 




En otra sala vemos los otros ocho tapices flamencos, en los que se representan las virtudes mitológicas de la diosa Atenea en Alegoría de Atenea.


Ya en la galería sur, llamada "Panda de Santa Magdalena" dedicada a enterramientos de canónigos y escuderos, encontramos en mármol amarillo y rojo la Puerta del Jaspe, que comunica, como se ha visto anteriormente, con el interior de la Catedral, a través de la puerta del Pórfido, y es de lo más antiguo del renacimiento en la Catedral. En el friso se lee: B . CARVAIAL. CAR . S . +, aludiendo al famoso cardenal de Santa Cruz, D. Bernardino López de Carvajal, que además era obispo de Sigüenza, y sus armas heráldicas van en medio del frontispicio, avenerado y dispuesto entre los dos candeleros.

En esta panda del claustro se expone una magnífica colección de Faroles Rosario de la Virgen de la Mayor.


Nos dirigimos de nuevo al interior de la Catedral, para finalizar nuestra visita en la primera capilla del lado izquierdo en los pies de la catedral, es la conocida como parroquia de san Pedro, construida en 1455 por orden del obispo Fernando Luján (1449-1465) y que fue dedicada al Corpus Christi. Fue muy transformada y ampliada por el obispo Pedro de Godoy en 1675, que añadió tres tramos a la bóveda con el mismo estilo gótico de crucería estrellada, a pesar de corresponder la obra a finales del siglo XVII. 

El altar mayor lo preside una imagen de san Pedro, y bajo esta estatua se encuentra la Santísima Trinidad obra del escultor Mariano Bellver y Collazos de 1861, está tallada en madera y policromada.

En el muro de esta capilla se encuentra el sepulcro del primer obispo fundador Fernando Luján del siglo XV, es gótico con escenas en tres relieves de la vida de santa Catalina de Alejandría colocados encima de la figura yacente, esta escultura del obispo se encuentra sobre un arco que da paso al baptisterio y en posición frontal al espectador, seguramente fue trasladada de su lugar original durante las obras del siglo XVII, se puede leer una inscripción que dice: «El señor obispo Lujan. Año MCCCCLXV. Último electo por el cabildo».​

Finalizado el recorrido y habiendo admirando cada una de las joyas que guarda, estamos de acuerdo en lo que afirman muchos autores que, es una de las más notables catedrales cistercienses.

TODA LA INFORMACIÓN APORTADA EN ESTA PUBLICACIÓN HA  SIDO RECOGIDA DE LOS SIGUIENTES ENLACES:

https://catedralsiguenza.es/la-catedral/

http://www.turismocastillalamancha.es/patrimonio/catedral-de-siguenza-5864/descripcion/

https://es.wikipedia.org/wiki/Catedral_de_Santa_Mar%C3%ADa_de_Sig%C3%BCenza

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