CERRO CALDERICO. MOLINOS Y CASTILLO DE CONSUEGRA

El Cerro Calderico es una elevación caliza (unos 100 mts. de altitud) en medio de la llanura manchega, siendo visible a muchos kilómetros de distancia e imprimiendo a la ciudad de Consuegra, un sello de identidad propio. Allí, en lo alto, como elementos patrimoniales más relevantes encontramos el Castillo y los Molinos de Viento que se extienden a lo largo de su cima siguiendo su perfil longitudinal.



Fue un espacio habitado desde antiguo donde se han asentado diversas culturas. En el siglo VI a.C. ya lo habitaron pueblos íberos, después durante la Edad Media con la construcción de su castillo y ya en época moderna se ha caracterizado por su aprovechamiento industrial, con la construcción de los molinos de viento para la producción de harina utilizando la fuerza del viento y, últimamente por la explotación del potencial turístico del lugar.

El castillo de Consuegra o también llamado CASTILLO DE LA MUELA; ya es mencionado en la Estoria de España de Alfonso X el Sabio (s. XIII), donde se comenta que este pertenecía, en tiempos de los visigodos, al conde don Julián, al que define Alfonso X como «heredero en el castiello de Consuegra». Siendo posible que la primera reconstrucción del castillo fuera realizada por Almanzor, en el siglo X, época del dominio musulmán de las comarcas cercanas. En 1097, al-Mutámid lo cedió a Alfonso VI, por pacto matrimonial, ya que el rey se casaría con la princesa sevillana Zaida. El castillo se consiguió sin guerra pero poco duró la ocupación cristiana porque, en agosto del mismo año, Alfonso VI perdió la fortaleza tras ser derrotado por los árabes en la batalla de Consuegra, en la que murió peleando contra los almorávides Diego Rodríguez, el único hijo varón del Cid Campeador. El castillo fue recuperado finalmente por los cristianos en el siglo XII. Alfonso VIII entregó el castillo, la localidad y su entorno a la Orden de San Juan de Jerusalén, en 1183 que estableció en Consuegra la capital de su priorato de La Mancha, y dio forma al actual castillo. De ahí que su aspecto definitivo se asemeje al de tantos castillos medievales europeos.

¿Sabías que desde el castillo se originó una de las intrigas más curiosas de nuestra historia? A mediados del siglo XVII durante el reinado de Felipe IV, tuvo lugar uno de los primeros golpes de Estado de los que se tiene constancia en España. Juan José de Austria, hijo bastardo del rey, se hizo con el control de la corona en contraposición a su madrastra Mariana, encerrando a uno de los últimos validos de los Austrias (Fernando de Valenzuela) en la fortaleza. Muchos años después, tras la invasión francesa y la campaña de Napoleón en España (1808), fue ocupado por una guarnición del soldados franceses (1809-1813) que lo destruyeron al retirarse. Después sufrió la desamortización de Mendizábal (1836), lo que implicó su expropiación, abandono, incendio y destrucción progresiva.


En 1962, el Ayuntamiento de Consuegra adquiere el castillo e inicia un proceso de restauración integral. Como resultado, se puede acceder a la ermita; las cisternas; los pasos de ronda; la sala capitular, quizás la estancia más importante; la sala de archivos; la prisión prioral; la torre albarrana, elemento defensivo de los tiempos árabes; las terrazas; la barbacana; y hasta cuatro portones de acceso. Progresivamente recobra el austero y formidable aspecto que tuvo en sus mejores tiempos.


Símbolo de Consuegra y de La Mancha, los MOLINOS DE VIENTO dibujan una estampa absolutamente única, inmortalizada gracias a Miguel de Cervantes en su obra Don Quijote de la Mancha.


Hay pocas imágenes tan asombrosas y gráficas como contemplar uno de los conjuntos molineros más grandes y mejor conservados de España. Enclavados en lo alto del cerro para aprovechar mejor las corrientes de aire que otorgan las elevaciones, se han recuperado estos doce gigantes, de los trece que originalmente en su día, vigilaban desde lo alto el devenir de Consuegra y sus gentes.


Construidos en la primera mitad del siglo XIX, aunque alguno pudiera tener una antigüedad que se remonta al siglo XVI, han sido absolutamente vitales e imprescindibles para el desarrollo de la comarca, pues la ausencia de corrientes constantes de agua (La Mancha proviene del árabe y puede tener una traducción similar a “tierra seca”) impedían el establecimiento de molinos fluviales. Esto, unido a la gran producción cerealística de la zona desembocó en la necesidad de instalar ingenios industriales que pudiesen facilitar la transformación del trigo u otros cereales en harinas y piensos.

Estos, siguiendo la tipología del molino torre, establecida en Holanda entre los siglos XVI y XVII, presentan dos partes claramente diferenciadas: un cuerpo cilíndrico o torre formada por gruesos muros de mampostería encalada, que constituye el elemento sustentante, y una cubierta cónica giratoria de madera y cinc, que integra el conjunto motriz, manifestándose al exterior por el palo de gobierno y sus cuatro aspas rectangulares.

En el grueso del muro de cerramiento de los molinos, y orientadas al sur, se abren puertas de vano adintelado, de una hoja, que dan acceso a un interior dividido en tres plantas pavimentadas con baldosa de barro y conectadas entre sí por una escalera adosada al muro.​ En la planta inferior, se ubica el silo, donde se almacenaba el grano molido.​ En la segunda planta o «camareta» se ubica el cedazo, gran tamiz dentro de un cajón para separar la harina del salvado.​ En la tercera planta o «moledero», estancia donde el muro reduce su espesor proporcionando un espacio de mayor amplitud, se aloja el conjunto de la maquinaria, cuyo elemento más llamativo es la rueda catalina. ​ En la parte alta del muro se abren ocho ventanillos que servían al molinero para averiguar la dirección del viento y determinar así la orientación de las aspas. ​

Cuatro de ellos conservan en buen estado la maquinaria y cada uno tiene nombre propio, (de norte a sur: Bolero, Mambrino, Sancho, Mochilas, Vista Alegre, Cardeño, Alcancia, Chispas, Caballero del Verde Gabán, Rucio, Espartero y Clavileño), muchos están dedicados a temática manchega, otros en cambio evocan capítulos del Quijote. Su historia es también el empeño de un pueblo volcado en la recuperación de su pasado a través del patrimonio, patrimonio que ha dejado de ser exclusivamente consaburense para formar parte de todos.


En el molino Sancho, que todavía conserva piezas originales de gran antigüedad, se celebra el sábado del último fin de semana de octubre "La molienda de la paz".

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https://cultura.castillalamancha.es/patrimonio/catalogo-patrimonio-cultural/cerro-calderico

https://www.spain.info/es/lugares-interes/cerro-calderico-doce-molinos/

https://consuegra.es/es/descubre/monumentos/molinos-de-consuegra

https://consuegra.es/es/descubre/monumentos/castillo-de-consuegra

https://es.wikipedia.org/wiki/Molinos_de_Consuegra

https://es.wikipedia.org/wiki/Castillo_de_Consuegra

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